16.10.06

El rostro ( II )

Definitivamente, el canal 7 no goza de mucho aprecio entre los habituales a la señal abierta de la capital. Su programación, grosso modo llamada cultural, no logra atraer masivamente al conglomerado televidente más extenso y consumidor del país, el limeño.

Es improbable que las programaciones llamadas culturales causen espanto a la tele audiencia de Lima por el mero hecho de ser culturales. En cambio, es probable que la programación cultural de calidad promedio sostenidamente discreta, resulte de un pacto no escrito entre los magnates de los canales comerciales y los administradores del canal del estado. El texto del acuerdo sería algo así como: “el canal del estado no debe meterse en los mismos rubros que los canales privados y si lo hace, debe hacerlo sólo en tanto que ningún canal privado se sienta “competido”.

La apuesta de los dueños de los canales comerciales de señal abierta es que los peruanos pobres siempre tendrán problemas para tolerar una televisión en que se pueda percibir algo de “cultural”. Por otro lado que ellos, los magnates de la TV, detentan por naturaleza, el monopolio del entretenimiento o “lo que le gusta a la gente”. Y por supuesto, que el entretenimiento y la cultura no pueden ni deben tener puntos de coincidencia.

Este lamentable statu quo no sería posible si el talento se juntara con adecuados recursos de producción. Pues la administración del estado se ocupa de que los recursos de producción del canal siempre sean inadecuados y que su gerencia no sea moderna. Se aseguran de que cualquier cosa que haga el canal del estado, si no es mediocre de por sí, por lo menos tienda a la mediocridad.

Con raras excepciones, el sistema funciona y cuando se sale de la norma, por ejemplo, cuando aparecen en el canal del estado programas extraodinarios como “Estrafalario”, o “Locademia de TV” o aparece un gerente con propuestas novedosas, los canales comerciales absorben o desaparecen los programas y/o echan al gerente. Esta fórmula, parece funcionar sin sobresaltos.

A cambio de abstenerse de competir con los paladines de la libre competencia, el administrador del estado de turno puede regalarse a su gusto con el canal y hacerse tocamientos políticos con las 1000 repetidoras del canal que en los pobres pueblos del interior el país representan tristemente el advenimiento de la modernidad.

El hecho de que parte de su producción y su “razón de ser” sea dirigirse al Perú postergado y justificadamente resentido del interior, que tanto atemoriza a los limeños, autoriza y hasta obliga a considerar especialmente el “aspecto racial” de la gente que aparece en la pantalla del estado para que ésta sea más concesiva con aspecto del Peruano común. Obliga a preocuparse más por cómo se ve el peruano a sí mismo, cuando el peruano no es necesariamente un peruano limeño. Los patrones raciales (y hasta notablemente racistas) que funcionan en los canales comerciales no son los mismos para el canal del estado.

11.10.06

El rostro ( I )










Como suele ocurrir en nuestro milenario país, los grandes hechos y los grandes acontecimientos tienden a permanecer enterrados.

Hace unas semanas, el canal del estado peruano, fue estremecido por un formidable seísmo cuyo notorio epicentro muchos pretendieron ignorar. Arrebatados, los medios de comunicación señalaron en todas direcciones posibles menos en la del voluminoso corpus delicti. Monstruo transparente, incomprensible, pero sobre todo innombrable.

La señorita K, rubia de facto, lectora de noticias de TV y conjeturable periodista, fue requerida de opiniones por sus serviciales colegas, siempre ávidos de material para alimentar las insaciables fauces de sus diarios. Ella produjo al menos 2 respuestas de significación que fueron ampliamente publicadas: 1) Que ella jamás trabajaría para un canal sobón 2) Que la figura de Vanessa Saba como rostro del canal del estado, no le parecía y que había en el canal otros rostros más de casa y mejor merecedores de tal privilegio.

Inquietantemente, Vanessa Saba es dueña de una sólida fama de buena actriz, y de poseer uno de los rostros más bellos y uno de los cuerpos más inspiradores del país. Además no le corre a los asuntos de profundidad, tampoco a los estólidamente populares. Podría aparecer con el mismo donaire en un escenario secundando a Vargas Llosa que en una publicidad de pizzería o de champú. Cantando rocanrol, en una telenovela, o balanceando sus dones en un memorable monólogo, al final de una irrecordable película nacional. No cabe duda de que es una chica agradable de ver y recordable por sobre los escombros.

Aunque es muy posible que su apellido Saba sea de orígen palestino, Vanessa tiene el aspecto fisonómico de una limeña blanca, pero especialmente distinguida. Impresión que acompañada de una particular modulación en su hablar, la sindica con el término impreciso, inelegante pero también ineludible de “pituca”.

La consecuencia de esto es que no se la identifique con “la mayoría de los peruanos”. Ella no podría interpretar (excepto quizá para los creativos de comerciales) a una voluptuosa cantante de chicha, ni a una impetuosa brichera del Cuzco, ni a una bella shipiba surcando solitaria bajo el nimbado cielo. Yendo por el lado huachafo de la historia, ella no podría representar a la señora de Cao, ni a la Dama del Ampato.

Peruana sin embargo como la que más, ella no vio ninguna razón para inhibirse de ser "el nuevo rostro" de la televisión estatal peruana, ya que así se lo pedía alborozada la veterana periodista que actualmente timonea el “canal 7”.

Volviendo a la Srta. K., su pretendida candidez no es fácil creer. Ella hizo declaraciones de una calculada audacia. Pero a pesar de su impecable calcular, la echaron. Y de mala manera: no sólo le quitaron el trabajo, sino que improvisaron formas al paso para causarle humillación pública. Hubo encono de por medio. Y un costo político considerable que normalmente debería haber causado ya la defenestración de la gerente del canal.

Por vez primera, a los 60 días del nuevo gobierno, los nervios destemplados de una funcionaria desencadenaban un escandalete que servía también para señalar el fin del acojudamiento post electoral del antiaprismo y anunciaba el renacer de críticas y de recuerdos incómodos.

La apariencia de la brutal reacción era culposa: que la linda Srta. K profiriera la palabra “sobón” no era motivo para que la gerenta la echara. Al hacerlo ella parecía confesar a gritos: “Si, yo anhelaba sobonear al gobierno desde este canal, pero esperaba hacerlo discretamente”. Era como si se hubiera cometido la indelicadeza de hablar de vísceras en presencia de Jack El Destripador.

La otra parte de la declaración de la Srta K. fue en realidad mucho más cáustica y audaz aunque menos espectacular: que el nuevo “rostro del Canal”, el de Vanessa, “no le parecía”, y que este rostro debía estar más adecuado al país llamado multirracial en que vivimos.

Es muy probable que haya sido ésta última la razón principal para desencadenar la furia de la gerenta. (...continuará)

9.9.06

A favor pero también en contra del oscurantismo (musical)

Lo que se cierne en el horizonte de las posibilidades no es un documental sobre la música en el Perú, sino la de un documental sobre la música de los negros en el Perú. Es por lo tanto dramáticamente urgente hacerse la siguiente pregunta: ¿por qué ha de hacerse semejante cosa?

¿Qué tiene de particular la música de los negros en el Perú?. ¿Por qué no sería comparablemente interesante hacer un documental sobre la música de los asiáticos, o la música de los alemanes o la música de los indios en el Perú?

Escoger la música de los negros peruanos como el tema de un documental, revela que se han hecho sesudas constataciones previas, o que se profesan sólidos, bien instalados prejuicios. Los apropiados para tener el valor de acometer tal empresa y de cumplirla con éxito. Con tal motivo, como es natural, vamos a omitir la hipótesis difícil.

El prejuicio más sólito tal vez sea el siguiente: la música de los negros peruanos es probablemente la música más influyente en el Perú. Es la única música peruana capaz de concurrir en los mercados intenacionales. Es definitivamente la que más me vacila. En ese orden o en el contrario.

La música de los negros peruanos, es una música que mayor prestigio ha alcanzado en la ciudades de la costa y aun en ciudades serranas y selváticas (siempre que estén dentro de los principales circuitos turísticos del país). Es importante, ya sea por su influencia sobre otros géneros de ciudad -valse criollo o marinera- o como música negra propiamente dicha.

La música negra peruana es la más exitosa cuando se trata de atravesar las duras fronteras de los estancos geográficos, sociales y culturales en el país. Por otro lado, la música negra del Perú es la música que probablemente esté recibiendo mayor atención en el escenario musical internacional de la actualidad.

Los músicos populares peruanos que algún reconocimiento internacional han logrado (aunque en todos los casos, asaz discreto), sean indios, blancos, chinos o negros, lo han logrado haciendo uso de aspectos diversos de la música negra peruana. Los ejemplos a discutir: Susana Baca, Alex Acuña, Tania Libertad, Gianmarco, ¿algún otro?

Pero sin duda alguna el mayor éxito internacional pertenece a un objeto y no a una persona. Es un instrumento, el único de origen peruano que ha logrado algún grado de prestigio en la música popular internacional. Es el cajón, presumiblemente, un instrumento usado originariamente por los negros peruanos.

Hacer un catálogo de los diversos tipos de música negra en el Perú o de instrumentos o de instrumentistas virtuosos no producirá un interés superior al que normalmente obtiene todo catálogo.

Lo que sí podría concitar un justificado interés, sería un documental que utilice los elementos antes mencionados para buscar respuesta algunas de las siguientes preguntas:

1) Por qué la música de un grupo étnico minoritario y oprimido del Perú ha logrado la importancia que tiene dentro del ambito musical nacional, en contraste con la variada tradición musical andina.

2) Por qué la música negra peruana ha logrado, en discreta pero indudable medida, un lugar en el conciento de la música popular internacional, lo que no ha logrado la tradición musical andina.

Y algunas otras que quedan pendientes.

23.8.06

Confucio y el país de los burros

La especie de los intelectuales apareció cuando las organizaciones sociales se hicieron tan complejas que requirieron de personas especializadas en labores de administración, agrimensura, contabilidad, relaciones de hechos y afines. Ni nobles ni guerreros apetecían demasiado estos puestos ya que no permitía un acceso rápido a la gloria militar ni a los botines de guerra. Se abría así un espacio para que los desheredados pudieran ganarse el sustento y hacerse de una posición en base a sus saberes y habilidades.

Confucio, que vivió entre los siglos 6to y 5to A.C. dedicó su vida a la edificación de las columnas maestras de la civilización china. Su enseñanza en lo social urgía a la práctica rigurosa de la virtud y autorizaba a quien hubiera logrado elevar su espíritu a aspirar ya no sólo a los puestos intermedios sino a los más altos. La aristocracia ya no tendría que proceder tan sólo de la propiedad de la tierra sino también de la calidad de los hombres. Cualquiera mortal podía acceder con derecho a tentar puestos de privilegio en las cortes.

Nacido pobre, Confucio llegó a ser ministro en el reino de Lu y si bien perdió su puesto por intrigas cortesanas, su enseñanza fue inspiración para generaciones de chinos que practicaron el confucianismo como un medio para la perfección del espíritu, y de paso se abrían la posibilidad de lograr una mejor posición en el mundo.

Dos siglos y medio después de la muerte del maestro, la China se debatía en las guerras de los reinos combatientes y los intelectuales confucianos dominaban el ámbito del funcionariado y ejercían gran influencia tanto sobre el pueblo como sobre los gobernantes.

Las guerras terminaron cuando el rey Chin Shih Huang Ti, se convirtió en el primer emperador de la China. Sólidamente posesionados en la burocracia estatal, los confucianos se opusieron a la autoridad del nuevo régimen (para quienes vieron la notable película de Shan Yimou, este monarca es el que enfrenta al implacable sicario de “Héroe”). El emperador respondió sin timidez: 40,000 intelectuales confucianos fueron sumariamente ejecutados y todos los libros existentes hasta entonces fueron incinerados. La historia debía empezar de cero con el nuevo emperador. También se le recuerda por haber iniciado la construcción de la “gran muralla” y haberse mandado construir un ejército de terracota.

Inútil como la inverosímil muralla, la quema de los libros y el ejército de estatuas, fue la carnicería de los confucianos: 23 siglos más tarde, los guardias rojos de Mao Tse Tung desataban su furor contra el confucianismo durante la gran revolución cultural. Como era de esperar esta revolución también fue abatida.

La moral de esta historia es por un lado, que los intelectuales (y no sólo los chinos, y no sólo los confucianos) desarrollan mecanismos de persistencia admirablemente eficaces. Y por otro, que no es posible concebir un estado que excluya a los intelectuales. Es decir a todos los intelectuales.
En el Perú, año 2006, el analista político Alberto Adrianzén (AA) afirma que la pobreza cultural del Perú es consecuencia del desencuentro entre “la política y las élites por un lado y mundo cultural e intelectual por el otro”.

Aunque la mencionada pobreza cultural es innegable, la manera en que AA deriva su conclusión no es muy sólida.

Es excesivo sostener que los gobiernos de turno los prefieren solípedos. Al menos no es posible afirmarlo tan a la ligera… y es que la historia ofrece también argumentos contra esta idea. Por ejemplo: el mismo Manuel A. Odría que rehusó para el Perú la sede de CEPAL (unos pocos años después, cuando ya no era dictador), tuvo como ministros a Jorge Basadre y Raúl Porras … ¿esquizofrenia o acaso el general “había cambiado”? El gobierno militar que se habría negado a que el Perú sea sede de FLACSO tuvo entre sus íntimos colaboradores a Augusto Salazar Bondy, Walter Peñaloza Ramella y Juan José Vega entre otros. Por otro lado, el historiador Pablo Macera, el más brillante de su generación y “gurú de las izquierda” aceptó ser generosamente acogido por el fujimorismo. La lista no acaba ahí.

Riva Agüero, brillante intelectual, benefactor de la Universidad católica y simpatizante del fascismo fue ministro de Justicia y Culto de Oscar R. Benavides y Víctor Andrés Belaúnde sirvió al ministerio de RR EE, también como ministro.

Aun así, tampoco sería justificado afirmar que el poder es un apasionado de la inteligencia o que a los intelectuales les agrada ser poseídos por la fuerza como decía Mariátegui, el viejo.

Pero la confusión se aclara cuando AA nos revela que “el mundo cultural e intelectual” no era tan ecuménico como parecía. En realidad su justo clamor era en defensa de los “intelectuales que proponen una cultura progresista y liberal”, es decir los que se ejercitan diariamente en “el pensamiento crítico”.

Notables oledores, los heraldos negros de la “guerra cultural” que AA presiente, piden las cabezas de todo el que huela a comunismo. Pero no creo que haya que dejarse picar por atarantadotes como el joven Mariátegui. Ellos no son parte del gobierno. Ni siquiera son amigos del gobierno según se puede comprobar en los ejemplares pre-segunda vueta de sus diarios. El partido aprista es el que ganó las elecciones y hay que reconocer que hay diferencias entre este partido y otros que han llegado al poder en las últimas décadas. Incluyendo al partido aprista.

Pero el acoso de los heraldos negros mediáticos contra los intelectuales “progres” no deja de provocar en AA una notable ansiedad que se manifiesta, por ejemplo, cuando dice que el proyecto del ministerio de cultura “duerme el sueño de los justos” hace 20 días. Por lo menos tendrá que reconocer que para usar esa expresión deberá dejar pasar unos días más…

AA denuncia casos de ostensible maltrato del actual gobierno contra connotados intelectuales: Sinesio López, Benjamín Marticorena, Antonio Zapata, Rafael Tapia, (curiosamente omite el caso de Luis Lumbreras) habrían sido tratados irrespetuosamente. El gobierno habría actuado con rigor sectario, extirpando a los adversos sin atención a la calidad de su desempeño.

No hay dudas sobre la calidad de la gestión de López frente a la BN, ni la de Marticorena un poco menos espectacular en Concytec, ni la de Tapia. Pero también hay que reconocer que en algunos de estos casos, ellos se han preocupado por poner de manifiesto su irremediable disfuncionalidad con el régimen que se está iniciando.

El argumento de AA para defender al defenestrado director del Fondo Editorial del Congreso llama la atención. Dice así: que en promedio nuestro congreso no muestra muchas luces y muchos de sus miembros apenas han experimentado una alfabetización sumaria. Que esta situación es tan bochornosa que para recuperar algo de decoro, el congreso debería a tener una producción editorial semejante a la de otros congresos que si son decentes. Esta pudibunda actitud plantea la pregunta de qué es mejor: o afrontar la áspera realidad o afanarse con los cosméticos y ocultar la tierrita debajo de la alfombra.

No dudamos de que el Sr. Tapia, procedente de una familia trujillana de antigua y admirable estirpe intelectual, y que gozaba del reconocimiento de casi todos los sectores políticos del congreso, posea cualidades suficientes para ejercer ese cargo. Tampoco es muy evidente que su remoción deba significar oscurantismo, caza de brujas, o alguna especie de menguado macartismo.

Estos tiempos difíciles exigen del intelectual “progresista” una férrea disciplina de ubicación… ha caído el muro de muro de Berlín, la izquierda nacional ha sufrido terribles debacles políticas e ideológicas sin que hasta ahora muestre señales de recuperación. Los intelectuales de izquierda deberían abstenerse de reclamar majaderamente puestos vitalicios, posiciones de jueces de la creación o déspotas ilustrados con el deficitario argumento de que todos los demás son mediocres o reaccionarios. Hay otros intelectuales. Vienen de la San Martín, de la Gracilazo, de Villareal, o de San Marcos. Otros de la de Lima o de la Pacífico. Ostentan lentecitos de yupi yupanqui, tiene su MBA bajo el brazo y sus celulares suenan llamativamente. Son de ESAN, del Opus Dei. Admiran a Mario Vargas Llosa, a Hernando de Soto, hasta a Bayly. Son judíos o evangelistas usan Mac o PC, y todos tan intelectuales como los intelectuales proges marxistas o lo que fuera. Todos aspiran con derecho, en su calidad de ciudadanos ilustrados, a intervenir en los asuntos del estado y a ganarse el sustento en calidad de funcionarios.

28.5.06

Yo no soy ése

Luego del boom de la vertiente cívico-moralista que impuso su anterior éxito editorial “Hay espacio para todos”, la escritora Diana Cornejo nos sorprende con su nueva publicación (por el momento en circulación restringida).

El nombre del relato, Midtown Madness, presumiblemente ha sido tomado de un juego de computadoras en el que se recrean inciviles competencias automóvilisticas, a la manera vertiginosa de “French Connection”, por las calles de la ciudad elegida por el jugador para ejercer su ansia de devastación. Así como en el juego se atropella, machaca y mata lo que está al paso, sin miramientos por las reglas, así obra la autora en detrimento del estilo que la hizo célebre.

En este curioso relato onírico-hospitalario, de raigambre surrealista y humor negro, la protagonista cuenta su peripecia con el relajo con que se cuenta un sueño: Después de esforzarse por ser admitida en una clínica, sufre desatenciones reiteradas que la desaniman de proseguir los exámenes médicos. A pesar de las severas circunstancias que impone el hospital, la paciente se permite ejercer su capacidad de seducción con el padre indefenso de un niño que está al borde de la muerte. Notoriamente, la lógica corriente está ausente del relato, en cambio se abunda en elementos alimenticios para las vocaciones psicoanalíticas: el hospital, la madre actriz, la gente que se cae de los techos, la indeclinable voluntad de seducción, la dominación, el encierro, el hermano que abre puertas.

La narración es fluida y agradable aunque adolece de agujeros desconcertantes: uno sobre una anécdota japonesa de hora undécima, el otro, sobre una sobrenatural ocurrencia en que se materializan los pensamientos del niño herido.

Finalmente debo confesar una sensible decepción personal: luego de alucinarme personaje de los sueños de la autora al principio, al final me he dado cuenta que ese Gonzalo no era yo.

17.5.06

El sueño de Rosa María

Envuelta en el delicado perfume de sus almohadas, Rosa María piensa que en pocos días deberá elegir entre dos probables autores -el uno intelectual, el otro algo menos- de delitos muy graves contra el género humano.

Segura de su predestinación para escoger lo justo aunque no le fuera de provecho personal (que no partan en mitades al infante, que suelten a Jesús y no a Barrabás), esta circunstancia le parece más parecida al terrible “Mátame un hijo” requerido a Abraham.

Piensa que votar viciado o en blanco es reeditar la actitud asquienta de Poncio Pilatos pero devaluada por el anonimato y, confiada en la oportuna iluminación que la ayudará a decidir, se dispone al reposo.

Durante meses, la candidata de su preferencia había aceptado con humildad los buenos augurios de las encuestas y el sinfónico regocijo de los medios de comunicación, pero repentinamente se había hallado en el desamparo ante un confuso escenario de miembros de mesa, personeros, funcionarios ariscos de la ONPE, del JNE, de la Cancillería. Definitivamente no le habían dicho toda la verdad.

Habían omitido que bastaba que algún maligno la señalaran como la "candidata de los ricos" para que el trabajo de tanto tiempo se desmoronara como una escultura de arena. ¿Acaso no habían recorrido el país llevando la esperanza a los más pobres, no habían bailado huaynos, comido papas y bebido chicha en vaso comunitario? ¿Qué faltó para persuadirlos de que no era la candidata de los ricos?

¿Qué faltó para lograr que la eficiente y bien educada derecha ganara las elecciones. Qué remedio podía evitar el triunfo de la envidia, del resentimiento, del rencor entre razas?

Cuando abre los ojos, cree tener la respuesta: para dar su voto resignado a Alan García, convertido por la pesadilla electoral en contrahecho salvador de la democracia, necesita que éste pida perdón al pueblo. Pero no de la manera elusiva propia de un político criollo. Que muestre arrepentimiento sincero y que pida el perdón del pueblo de una manera satisfactoria.

Arrepentimiento, penitencia y perdón
La ética cristiana exige el arrepentimiento sincero como condición para la salvación del alma. Pero en el ámbito terrenal, la sinceridad del arrepentimiento siempre debe someterse a la subjetividad de los juzgadores. Las palabras o los signos externos del arrepentido no son necesariamente suficientes para llevar a la certidumbre de un arrepentimiento verdadero.

La penitencia, en cambio, es un intento de prueba tangible del arrepentimiento y suele ser condición para el perdón. Judas Izcariote demostró su presumible arrepentimiento de una manera inapelable. En el medievo la penitencia se relacionó con la humillación y la mortificación de la carne. La Inquisición utilizó métodos extremos para producir confesiones y arrepentimientos. Las procesiones de penitenciantes con San Benitos, capirotes y velas verdes hicieron de la penitencia un acto público (que no siempre otorgaba el perdón en este mundo).

La autocrítica es en la política el equivalente de la penitencia aunque tampoco garantiza la rehabilitación. Por ese motivo, siempre que se ha tratado de temas fundamentales, la autocrítica ha sido una práctica poco común, o poco discernible, entre los políticos.

Los partidarios de García afirman que él ya ha hecho la suya aunque no haya satisfecho a todos y que, además, presentarse a las elecciones es someterse a las furias o a la clemencia de los ciudadanos.

Los electores que no votará por Humala en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 2006 se compone de los que ya votaron por Alan y probablemente lo volverán a hacer sin necesidad de mayor trámite. Los que reconociendo el desastre de su gobierno tienen la seguridad de que Alan tiene la capacidad para hacerlo mejor. Los que jamás perdonarán su incompetencia y están seguros de que un segundo gobierno sería igual al anterior. Los que podrían perdonar los errores de un primer gobierno pero no pueden perdonar sus presuntos delitos contra la humanidad. Los que sin perdonarle, votarán por él porque le tienen menos miedo que a Humala. Y los que necesitan, tal vez, de ese gesto indefinible que les permitirá decidir en el último instante.

11.5.06

Memorias de la guerra sucia

Una de las quejas más banales de la primera fase de la elección presidencial peruana ha sido la del grupo político que quedó tercero. Ellos acusaron a los 2 primeros de haber motejado a su lideresa como "la candidata de los ricos". Es casi un mal chiste, pero pareciera que a los estrategas de Unión Nacional la producción de esta frase poco ingeniosa los agarró desprevenidos.


Es claro que un algún sector de los votantes de Lourdes Flores pertenecían o a la riqueza, o a la extrema riqueza. Pero, ¿acaso El Perú tiene 3 millones de ricos?... Entonces ¿Hay justificación para la lisura de motejar a Lourdes como "la candidata de los ricos"?... Es muy discutible. Pero entre muchos de sus partidarios existe la opinión de que esa acusación fue causa determinante de la derrota.

Generalmente, sin embargo, los candidatos no ignoran que el escenario político peruano está lejos de ser el reino de los buenos modales. Alan García sabía por ejemplo que le iban a decir asesino, corrupto, mentiroso, incompetente, loco, etc. todo lo cual le fue dicho en todos los tonos. Igualmente, Humala sabía que lo que a él le tocaba era asesino, cachaco autoritario, bruto, improvisado, títere, apañador de reciclados de todo pelaje. Ante este panorama de apocalípticos atributos, ser solamente la "candidata de los ricos" ya no luce tan terrible.

Buscando racionalizar la debacle electoral, los partidarios de Lourdes Flores resaltan la llamada “guerra sucia” y la sindican como determinante para la derrota. Sin afirmar que fuera el único error, es interesante que coincidan en reconocer como el error principal “el no haber respondido a tiempo” a la terrible injuria.

¿Qué pasa con la autoestima de los ricos?
Según toda apariencia en el Perú no hay peor estigma que ser “el candidato de los ricos” y esto nos debe llevar a preguntarnos qué hay tan de malo en ser ricos. (Para quienes nos hemos pasado la vida intentando vanamente llegar a ser ricos, éste es un tema francamente perturbador)

Ignoro cómo serán las campañas políticas fuera del Perú, pero aquí, aun si se prueba lo contrario, todos los candidatos afirmarán que son el “candidato de los pobres" y nadie, pero Nadie se atreverá a decir con dignidad "soy el candidato de los ricos ". ¿Por qué, señor, los seres no son de igual valor?

A favor de nuestros políticos debemos decir que por fortuna todavía nadie se ha atrevido a dar el salto y mandarle a alguien la chapa de “candidato de los blancos”. ¿Será sólo cuestión de tiempo...?

¿Es que somos realmente un país de resentidos en que la envidia se ha entronizado? La constatación de este fenómeno nos sume en siniestras cavilaciones y aporta argumentos a los desesperanzados que afirman que somos una republiqueta inviable.

Preferimos imaginar en las próximas elecciones algún redentor de los ricos que salga al frente con algún eslogan como:
- Somos ricos y qué
- Si, somos ricos pero queremos que todos los demás también lo sean
- Somos el partido de los peruanos emprendedores exitosos
- Somos el partido de los peruanos que sabemos como se hace la riqueza
Pero aun así, un éxito electoral de tal hipotético candidato sería muy sorprendente para decir la verdad.

Por otro lado, el mismo hecho de que los ricos intervengan en política debería proponer con justicia esta interrogante:
Si los ricos nunca pueden llegar a gobernar el país, ¿cómo es que han podido hacerse ricos?. Y si ellos no han necesitado ser gobierno para hacerse ricos, entonces ¿por qué se esfuerzan tanto en llegar a gobernar?

No será que así como la izquierda tiene éxito en lograr la supervivencia uniéndose fervorosamente al outsider de turno, así los ricos dejan relajadamente que las elecciones las gane cualquiera para luego "unirse" suavemente a él.

8.5.06

IDICE o el arte de la adivinación ( I )

Atrapada en esta estancia desconcertante, El Presente, la naturaleza humana no declina su fascinación por el incógnito océano del porvenir y rehúsa las plácidas sugerencias del carpe diem.
El conocimiento del pasado brinda un argumento poderoso para satisfacer esta inclinación. “Los hombres y los pueblos que ignoran su historia están obligados a repetirla”, dice una famosa sentencia. Pero es un hecho que conocerla no exime a los pueblos del gusto culpable por la reincidencia. Por otro lado, las imperturbables estadísticas afirman que entre los que llevan un diario personal hay alta tasa de suicidios exitosos.

Por lo pronto, el conocimiento de la historia, es insuficiente para satisfacer la obsesión humana por conocer el porvenir y beneficiarse de ese conocimiento. K. Dick, gringo alucinado por el futuro, creador de la historia de la película Blade Runner (que muriera sin gozar de un dólar de las ganancias de este clásico del cine), conjeturó en su novela "Minority Report" una sociedad futura en que los crímenes pudieran evitarse antes de que se cometan mediante un sistema mixto de adivinación, estadística y gran potencia de cómputo.

Desde los albores de la humanidad el hombre buscó un atisbo del futuro en la inspección de las entrañas de prójimos y animales, en los intrincados enunciados de los oráculos, en los arbitrarios sueños, en las formas en que el azar disponía varitas, hojas de te o de coca... En la antigüedad, la adivinación ocupaba un lugar muy próximo al ejercicio del poder, pero en los tiempos modernos, normalmente, el oficio parece haber decaído en prestigio. Pero tal vez esta constatación sea demasiado ilusoria.

La ilusión de que la adivinación como ciencia destinada a ayudar a gobernantes y emprendedores en el oscuro reino de los hados, ha decaído, se debe a la exitosa competencia de la teoría probabilística y a las ciencias sociales cuya feliz conjunción ha provisto de herramientas poderosas para predecir el futuro que gozan de amplio prestigio social.

La ciencia probabilística toma una pequeña muestra, pero adecuada, de un universo, la analiza apropiadamente y según los resultados hallados en la muestra, postula una aproximación a los resultados en el universo con un margen de error razonable. Tal vez estemos ante la versión contemporánea y adecentada del arte de los agoreros.

Pero la adivinación (cuando es infalible) sigue siendo mejor que los sondeos de opinión ya que no tiene margen de error. La falibilidad por desgracia sigue siendo una característica constitucional de los humanos. Pero para un futuro tal vez no muy lejano, debemos a aceptar la posibilidad de que una potencia de cómputo ilimitada pueda llevar el error estadístico a límites negligibles y que por lo tanto las computadoras nos acerquen a la quasi infalibilidad en el vaticinio del futuro.

Por otro lado, aunque el apetito por conocer el futuro con la adecuada anticipación es general para todos los miembros de la humanidad, la mayoría de los hombres no tiene a su alcance a adivinadores de calidad ni a empresas de sondeos de opinión de seriedad garantizada. Como es natural, el conocimiento del futuro que puede otorgar la capacidad de anticipación, sigue siendo prerrogativa de los poderosos que quieren seguir siendo poderosos o de ricos que quieren ser más ricos.
IDICE o el arte de la adivinación ( II )

En El Perú las empresas de sondeos políticos se dividen en 2 grupos: las serias e IDICE.

El grupo de las serias se caracteriza por su insobornable imparcialidad y por un núcleo de profesionales de alto perfil. Por esta razón son normalmente muy caras y sus servicios sólo están al alcance de instituciones poderosas. IDICE, en cambio, tiene lazos con el partido aprista y esta parcialidad, aunque no confesa, la aparta de las encuestadoras serias. Además, añade aspectos poco favorables a su imagen con un local institucional ubicado en un barrio populoso de pequeños talleres metal-mecánicos y ladridos de perros, y la única institución que no carece del valor para encargarle encuestas es la universidad Garcilazo de la Vega (que curiosamente también es sospechosa de aprismo). Y nadie sabe en qué pueda aprovecharle a una universidad privada una encuesta política.

Historia de una adivinación
Una de las condiciones para que las adivinaciones sean apetecibles es que permitan que se saque provecho ellas. Otra es que el provecho esté a buen recaudo de las multitudes y a discresión de los pocos y elegidos. Obviamente, esto exige que los adivinos dictaminen antes y no después de los hechos.

Que la difusión pública de las encuestas pueda o no interferir en el libre ejercicio de la voluntad popular es discutible pero, si fuera verdad que IDICE es una emanación aprista, esto indicaría que el APRA cree positivamente que si influye. Otros opinan, contradiciendo al sentido común, que las encuestas sólo proporcionan inocuas instantáneas del temperamento popular sin que ello pueda utilizarse en formar una predisposición a votar por tal o cual.

No fue extraño entonces que en la campaña política peruana de 2006, los sondeos de IDICE hallaran resultados que en numerales u ordinales, de alguna manera favorecieran al APRA. Muy a contrapelo de las encuestadoras serias que con la misma consistencia pero de manera coral, favorecían la candidatura de Lourdes Flores.

Los diarios y televisoras que publicaron en sus primeras planas estos resultados serios, mencionaron los resultados de IDICE, si lo llegaron a hacer, casi con roche. Con la misma convicción con que podrían dar la noticia de una cita con extraterrestres en la playa de Chilca.

En el grupo de las encuestadoras serias, la consistencia y la coincidencia de los resultados, excluía de la carrera al candidato aprista y revelaba la tendencia triunfal de la candidata de UN. Sólo para IDICE, García mantenía indeclinablemente una posición expectante.

A un mes de las elecciones, sin embargo, hasta las encuestadoras serias empezaron a detectar que la aceptación de García crecía, aunque muy tímidamente: era claro que no se trataba de una atropellada. Pero la última quincena previa, IDICE ya daba el 2do lugar a García mientras que las encuestadoras serias lo mantenían en 3ro, aunque admitiendo pendientes inversas en las curvas que no excluían la posibilidad de que éstas se llegaran a cruzar antes del día electoral.

Lo cual finalmente ocurrió: Alan García pasó a segunda vuelta en 2do lugar y desplazó a la candidata que poco antes fue favorita para llegar primera, al tercer lugar.

Pero lo más extraordinario de esta curiosa campaña adivinatoria es que, a pesar de todo, ninguna de las encuestadoras serias se equivocó: a boca de urna, todas las ellas dieron el 2do para García. Ninguna se equivocó. Sólo es justo mencionar el detalle diferencial de que IDICE tuvo a su disposición las artes necesarias para hacer una predicción pública del futuro con la anticipación debida y no después de los hechos, como las encuestadoras serias.

Y no es la primera vez... IDICE ha anticipado certeramente el resultado de 3 elecciones recientes y en todos los casos, oponiéndose a la los resultados de las encuestadoras serias. Quienes creemos en la seriedad y la decencia como valores imperturbables nos hemos quedado perplejos.

5.5.06

IDICE o el arte de la adivinación (III)

UNA GUIA PARA ESCOGER ENCUESTADORA
No se ha querido sugerir que IDICE fuera la única encuestadora seria mientras que las demás no lo eran. Se ha querido llamar la atención sobre el hecho de que esta encuestadora aprista (“no seria”), tendría que poseer un argumento secretísimo para ser certera sin necesidad de ser seria. Un argumento infalible para lograr el propósito único y máximo de todo adivinador: anticipar el futuro.

Si descartamos causas sobrenaturales que expliquen estos éxitos, y no nos es posible concebir que IDICE la aprista, posea matemáticos y científicos sociales que excedan la sabiduría de la competencia seria, no quedaría más que afirmar que IDICE basa sus éxitos exclusivamente en su buena suerte. Pero nada garantiza que esa racha de suerte de IDICE continue.

Poniéndose imaginariamente en el trance de escoger la encuestadora de nuestros sueños: la consideración de los resultados nos llevaría a considerar como buena y honrada a una encuestadora que acierta consistentemente. Si no acierta, o si acierta a destiempo, es digna de duda de incompetencia o corrupción. Es claro que este criterio nos obligaría a contratar a IDICE.

Pero si estamos convencidos de que IDICE es sólo una institución suertuda, tendremos que agenciarnos otro criterio para seguir la búsqueda.

EL MONJE, EL ENCUESTADOR Y LA FE PUBLICA

No hay profesión que más precise de una virtud impecable que la del encuestador: si una empresa de sondeos políticos, se tomara libertades con la ciencia para favorecer una determinada opción violentando el testimonio de la realidad, la fe pública sería bestialmente violada. Y la empresa disminuiría notablemente sus posibilidades de supervivencia. Teóricamente, claro está.

El perfecto encuestador tendría que ser fidedigno como un cura. Tendría que observar una moral rígida en su vida pública y privada. Tendría que hacerse patente mediante una especie de sotana que todos reconozcan para que pueda ser permanentemente observado. Y aunque esto fuese factible, sería insuficiente. No es posible tener una prueba objetiva de la decencia. Y la búsqueda tendría que continuar en el terreno de lo subjetivo. No es muy alentador, pero habría que escoger "al que me parezca más serio" para depararnos alguna efímera paz interior.

Las encuestas políticas serían irrelevantes si nunca llegaran a ser publicadas por los medios de comunicación. Si los intereses de un partido político, las encuestadoras y los medios de comunicación, fueran coincidentes, la fe pública estaría indefensa ya se trate de una dictadura como de una democracia. Los mecanismos de defensa con que cuenta la fe pública son insuficientes y no se han actualizado en concordancia al desarrollo de los medios de comunicación. La libertad de expresión y la fe pública y hasta la libre empresa se encuentran en una circunstancia de entrampamiento debido a que no se puede prohibir las encuestas, no se puede prohibir su publicación y no se puede impedir que la fe pública sea deformada.


De hecho, los medios de comunicación otorgan mucho de la relevancia de que gozan las encuestas políticas. Y eso es ya otra historia que nos podría llevar a imaginar un escenario orwelliano en que los intereses de un partido político, las encuestadoras y los medios de comunicación, resultaran coincidentes. La fe pública estaría inerme en dictadura como en democracia.

UN PARTIDO, UNA ENCUESTADORA
Los mecanismos de defensa de la fe pública son insuficientes y reaccionan tardíamente al cambio vertiginoso de los medios de comunicación. Los conceptos de libre empresa, libertad de expresión, fe pública se hallan en una circunstancia de gran confusión.

Y ya que no sería elegante (ni siquiera posible) prohibir las encuestas, o su publicación y por lo tanto no se puede impedir que la fe pública sea manipulada en sus entrañas, nos permitimos plantear tímidamente una solución.

Si nos atenemos a que la única encuestadora con probables lazos partidarios tiene un récord de exitos por encima del estándar... ¿por qué no propiciar la política de un partido, una encuestadora?

La virtud de cada partido político podría medirse por la actitud de sus encuestadoras. La confrontación de resultados versus votación develaría cuánto, y con cuánta concha se desenvuelve cada partido. Y esto sería una gran ayuda para la toma de decisiones electorales.