8.8.11

Desde el jardín de la cultura

Sin saber leer ni escribir, un jardinero de mengua- das luces cae en un capri- choso torbellino de even- tos que lo encumbran vertiginosamente a la posición de consejero presidencial en la Casa Blanca en temas de alta política económica. Y todo esto, sin causar ninguna turbulencia perceptible en el universo de las finanzas norteamericanas.

A pesar de su inteligencia deficitaria y de haberse pasado toda la vida aislado del mundo, con un televi- sor como único enlace hacia el exterior, el personaje interpretado por el inolvidable Peter Sellers, logra aciertos espectaculares gracias a su dulzura natural y al conocimiento sólido de su pequeño pero florido universo, y logra mantener contentos a sus potentados valedores del lado fulgurante de la sala. Del otro lado, fascinó a los espectadores de principios de los 80, entonces como ahora, bien dispuestos a denigrar a funcionarios y políticos ilustrados y eficientes, pero soberbios y de frío corazón.

La película, llamada “Desde el Jardín”(1), sugería que la docta ignorancia del simple, acompañada de una dulzura natural y la obra misteriosa de la poesía puede reemplazar ventajosamente a los estudios académicos caros, a muchos años de afanosa carrera pública, o a la astucia política, en el propósito de tomar puestos de liderazgo, y ejercerlos con decoro.

Una reputada política y lingüista tildó hace algún tiempo a nuestro nuevo presidente de “cachaco ignorante”. No es del caso discutir aquí la pertinencia de tal invectiva, y más bien estaríamos dispuestos a ponernos del lado del agraviado, otorgándole el beneficio de la duda, a pesar de su profesión por el ejercicio de las armas. Pero es muy posible que el comandante Humala y su círculo de hierro conozcan y hayan gustado de esta película y sean admiradores de la profunda filosofía que encierra, según pareciera indicar el reciente nombramiento de la ministra de cultura.

Es verdad que Susana Baca es ajena a muchas de las características del personaje que encarnó Sellers -es inteligente, no es jardinera, y probablemente tampoco es una televidente a tiempo completo-, pero si es, a no dudarlo, una artista de gran mérito y representante señalada de la recientemente reconstruida cultura afro peruana (2). Ella no será profeta en su tierra, pero su extendido auditorio fuera del país le da lo necesario y lo suficiente, según ilustraría el hecho admirable de que en El Perú no trabaja con frecuencia. Al menos no lo hace como Dina Paucar o El Grupo 5. Sin sorpresa, no muchos peruanos pueden afirmar conocer un hit colocado por Susana Baca en la via láctea de los éxitos musicales vernáculos.

Sin embargo, nadie podrá negar que quienes han disfrutado de alguna de sus interpretaciones, de su singular carisma interpretativo y su cálida amistad, son los personajes apropiados. De ahí que la ganadora del Grammy Latino de 2002, Susana Baca de la Colina, haya logrado un consenso de voluntades muy sólido (y absolutamente envidiable para quien debuta en política) en el campo de los artistas y los intelectuales, para quienes, supuestamente, es de mucha importancia lo que pase en el Ministerio de Cultura, herencia del recientemente relevado gobierno aprista.

Estas y otras consideraciones deben haber sido barajadas en el seno del círculo de hierro del comandante que terminó por conceder que los candidatos más voceados no eran los más adecuados (tal vez, un Sinesio demasiado rojo y un Peirano demasiado blanco). Había que buscar un ministro, simpático con todo el mundo y que pudiera encandilar a los medios… y si fuera posible todavía, que lo adornaran los requisitos usuales de otros ciudadanos ministeriables, es decir, el uso sustentable de sus facultades mentales, algunos grados académicos, experiencia profesional y bueno… algo de manejo y afinidad en el ejercicio de la política.

Susana Baca cumple con algunos de estos requisitos, de eso no hay duda. Pero se presume que también ha sido beneficiada por algún intelecto esforzadamente analógico y geopolítico de la intimidad humalense, con un razonamiento por el estilo de:
Lula es a Gilberto Gil, como Humala es a …
a) Dina Paucar
b) Gianmarco
c) Manuelcha Prado
d) Eva Ayllón
e) Susana Baca
con el desenlace que ya se conoce.

Nadie hasta ahora en el difuminado ámbito de la cultura ha objetado publicamente una designación tan audaz y original. Pero no nos extrañe que algunos prohombres de la cultura, aun simpatizando con Humala, podrían haber quedado -in pectore- un poco desconcertados… Y es que resulta verdaderamente difícil pensar que con alguna otra cartera se haya procedido con tanta quimba y lisura como para entregar el ministerio de Agricultura a un apasionado jardinero o el Ministerio de Vivienda a un exquisito decorador… Probablemente los agricultores y los constructores ya habrían puesto el grito en el cielo... pero quienes abrigamos la impúdica certeza de que la cultura es un asunto de nuestra incumbencia, mantenemos un insólito silencio mientras nos abate la sospecha de que el Ministerio de la Cultura ha sido encargado, a final de cuentas, por consideraciones de una vaga voluntad decorativa.

Es claro que aquí en Dioinville no pedimos la renuncia de Susana Baca a quien de- seamos mu- chos acier- tos en su gestión. La renuncia que sí nos interesa denunciar es la renuncia al espíritu crítico de quienes hasta hace poco rasgaban sus vestiduras sosteniendo la necesidad dramática de tener un Ministerio de la Cultura... y ahora muestran una dudosa complacencia, o hablan bajito, o se mantienen en cauteloso silencio.


(1) Dirigida por Hal Ashby. Basada en una novela del escritor polaco-norteamericano Jerzy Kosinski.
(2) Sobre el sorprendente origen de la música afro peruana, ver el interesante libro de Haidi Feldman “Ritmos negros del Perú”

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