8.5.06

IDICE o el arte de la adivinación ( I )

Atrapada en esta estancia desconcertante, El Presente, la naturaleza humana no declina su fascinación por el incógnito océano del porvenir y rehúsa las plácidas sugerencias del carpe diem.
El conocimiento del pasado brinda un argumento poderoso para satisfacer esta inclinación. “Los hombres y los pueblos que ignoran su historia están obligados a repetirla”, dice una famosa sentencia. Pero es un hecho que conocerla no exime a los pueblos del gusto culpable por la reincidencia. Por otro lado, las imperturbables estadísticas afirman que entre los que llevan un diario personal hay alta tasa de suicidios exitosos.

Por lo pronto, el conocimiento de la historia, es insuficiente para satisfacer la obsesión humana por conocer el porvenir y beneficiarse de ese conocimiento. K. Dick, gringo alucinado por el futuro, creador de la historia de la película Blade Runner (que muriera sin gozar de un dólar de las ganancias de este clásico del cine), conjeturó en su novela "Minority Report" una sociedad futura en que los crímenes pudieran evitarse antes de que se cometan mediante un sistema mixto de adivinación, estadística y gran potencia de cómputo.

Desde los albores de la humanidad el hombre buscó un atisbo del futuro en la inspección de las entrañas de prójimos y animales, en los intrincados enunciados de los oráculos, en los arbitrarios sueños, en las formas en que el azar disponía varitas, hojas de te o de coca... En la antigüedad, la adivinación ocupaba un lugar muy próximo al ejercicio del poder, pero en los tiempos modernos, normalmente, el oficio parece haber decaído en prestigio. Pero tal vez esta constatación sea demasiado ilusoria.

La ilusión de que la adivinación como ciencia destinada a ayudar a gobernantes y emprendedores en el oscuro reino de los hados, ha decaído, se debe a la exitosa competencia de la teoría probabilística y a las ciencias sociales cuya feliz conjunción ha provisto de herramientas poderosas para predecir el futuro que gozan de amplio prestigio social.

La ciencia probabilística toma una pequeña muestra, pero adecuada, de un universo, la analiza apropiadamente y según los resultados hallados en la muestra, postula una aproximación a los resultados en el universo con un margen de error razonable. Tal vez estemos ante la versión contemporánea y adecentada del arte de los agoreros.

Pero la adivinación (cuando es infalible) sigue siendo mejor que los sondeos de opinión ya que no tiene margen de error. La falibilidad por desgracia sigue siendo una característica constitucional de los humanos. Pero para un futuro tal vez no muy lejano, debemos a aceptar la posibilidad de que una potencia de cómputo ilimitada pueda llevar el error estadístico a límites negligibles y que por lo tanto las computadoras nos acerquen a la quasi infalibilidad en el vaticinio del futuro.

Por otro lado, aunque el apetito por conocer el futuro con la adecuada anticipación es general para todos los miembros de la humanidad, la mayoría de los hombres no tiene a su alcance a adivinadores de calidad ni a empresas de sondeos de opinión de seriedad garantizada. Como es natural, el conocimiento del futuro que puede otorgar la capacidad de anticipación, sigue siendo prerrogativa de los poderosos que quieren seguir siendo poderosos o de ricos que quieren ser más ricos.

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